Hoy te presentamos a Dan Sallitt, uno de los invitados internacionales de FICValdivia 2019, con este perfil preparado por el crítico Felipe Blanco.
La obra cinematográfica de Dan Sallitt ha estado al alero de su labor reflexiva en torno al cine contemporáneo. No es claro si su trabajo como cineasta es deudor de su actividad como crítico o si ambos son procesos independientes de reflexión en torno a la manera de narrar, a los temas relacionados con la pareja y en general, a la forma en que ha asumido el melodrama como vehículo de expresión.
Son pocas las personalidades que han cruzado transversalmente el cine y la crítica y menos quienes han convertido ambas disciplinas en un método simbiótico que se retroalimenta persistentemente.
Dan Sallitt (Pennsylvania, Estados Unidos, 1955) pertenece a esa clase de intelectuales para quien el sistema formal de reflexión es tan relevante como las ideas contenidas en él. Con sólo cinco películas como prontuario creativo, Sallitt ha sido uno de los más desconocidos autores estadounidenses de las últimas décadas, en parte por la precariedad de su modo de creativo y también por su desinterés absoluto en alcanzar los círculos de producción más convencionales. Con ese corpus de obras estará presente como uno de los invitados internacionales del 26° FICValdivia.
La obra cinematográfica de Sallitt ha estado al alero de su labor reflexiva en torno al cine contemporáneo, que ha vertido desde inicios de los ochenta en medios como en Los Angeles Reader, la revista Slate, el Chicago Reader y la plataforma de streaming MUBI, además de su blog personal, entre otras. No es claro si su trabajo como cineasta es deudor de su actividad como crítico o si ambos son procesos independientes de reflexión en torno a la manera de narrar, a los temas relacionados con la pareja y en general, a la forma en que ha asumido el melodrama como vehículo de expresión, pero descomponiéndolo y fracturando sus zonas más suaves.
Como sea, Dan Sallitt ha desarrollo una trayectoria paralela a su trabajo en la crítica que irrumpió en 1986 con Polly Perverse Strikes Again, largometraje realizado en video y que financió exclusivamente con los escasos ingresos de su escritura en medios especializados. En esa cinta, que bien podría ser una declaración de principios sobre el modo de enfrentar el oficio de filmar, Sallitt se centra en la relación entre los jóvenes Nick y Arliss y cómo esta se desestabiliza en todos sus niveles cuando Theresa, exnovia de Nick, retorna a su vida. El filme avanza por el camino de la neurosis y su sentido de la observación de comportamientos tiene referencias en la lógica casual de Rohmer y Bresson y al impulso devastador de Jean Eustache.

Desde esa primera experiencia límite pasarán doce años hasta Honeymoon (1998) cinta en 16mm en la que nuevamente pone en el centro las tensiones de una pareja. Esta vez, dos recién casados que han construido su relación como un impulso casi irracional, incluso sin tiempo para tener sexo antes de su precipitado matrimonio. Dejando fuera cualquiera consideración moral, el filme de Sallitt se orienta hacia los desencuentros y las frustraciones que esa pareja debe enfrentar de manera frontal a lo largo de una noche y de una mañana en la que se define su destino afectivo.

En los mismos términos y parámetros de indagación, All the Ship at the Sea (2004) se enfoca en la distancia entre dos hermanas católicas que después de muchos años vuelven a juntarse cuando la menor de ellas sufre una crisis luego de ser expulsada de un grupo religioso. Nuevamente están aquí las relaciones familiares, esta vez crispadas por la formación represiva que forjó a ambas mujeres, que la cámara de Sallitt describe con ajustadísimo distanciamiento.

Si hasta este tercer largometraje el trabajo del director era observado casi como la obsesión de un crítico de cine que realiza películas para sí mismo, a partir de The Unspeakable Act (2012) la figura del realizador adquiere un estatuto de mayor reconocimiento. Es la primera de sus obras que logra distribución amplia en festivales internacionales de cine y la razón por la que la obra de Sallitt comienza a generar interés.
El filme vuelve sobre las relaciones entre hermanos, esta vez es punto de mirada es Jackie, una joven de 17 años incapaz de evitar la atracción erótica hacia su hermano mayor Matthew, quien acaba de emparejarse e iniciar los preparativos para la universidad. Ese sentimiento, y la eventual partida de Matthew, desbordarán el estado emocional de Jackie, aún anclado en la irrealidad de la fantasía adolescente. El filme, tributario directo de los Cuentos Morales, de Rohmer, debutó en el Festival de Cine de Sarasota, en Florida, y de ahí logró un espacio en el Anthology Film Archives de Nueva York, antes de ser exhibido en los festivales Edimburgo y Rotterdam.

Su último largo, Fourteen, se estrenó mundialmente en febrero pasado en el Festival Internacional de Cine de Berlín y en cierto sentido retorna al terreno de Honeymoon al diseccionar la relación de una pareja de amigas a lo largo de una década que deriva en caminos opuestos: mientras una de ellas se encamina hacia la estabilidad afectiva, la otra comienza a deshacer sus certezas en la medida que su comportamiento disfuncional y enfermo comienza a hacerle perder la razón.

La estética pausada y decantada de Dan Sallitt está muy lejos de la moral Mumblecore que debutó a comienzos de los 2000 en Estados Unidos. A diferencia de los jóvenes y adultos de Bujalski y Baumbach, incapaces de enrielarse emocionalmente, aquí no existe la angustia existencial de no adecuarse al mundo, sino una sensación de urgencia y caos que se asemeja más al irreparable estado evolutivo de las relaciones en la sociedad contemporánea. Algo de eso hay también en Caterina (2019), su primera incursión en el cortometraje, que tiene a la argentina Agustina Muñoz -conocida por su participación en Rara, de Pepa San Martín, y en algunos filmes de su compatriota Matías Piñeiro-, como una latina avecindada en Nueva York para quien su facilidad para establecer relaciones personales será al mismo tiempo una herramienta de sobrevivencia y a la vez una pesada carga emocional.
Los asistentes a FICValdivia 2019 podrán disfrutar de una amplia retrospectiva del trabajo de Dan Sallitt, que estará presente por primera vez en Chile presentando algunas de sus películas entre el 7 y el 13 de octubre próximos en Valdivia.