Este año el premio -que busca visibilizar la labor de personas que han sido relevantes en la constitución del legado audiovisual chileno-, fue entregado a ambos como reconocimiento por el registro y difusión de un gran volumen de imágenes grabadas durante la dictadura.
Suele ser uno de los momentos más emocionantes del Festival y este año fue particularmente intenso en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado. La ceremonia había anticipado esa atmósfera al iniciarse con la obra Ya se rindió Allende, pieza musical compuesta por el compositor Andrián Pertout y que fue encargada especialmente para esta ocasión por la Orquesta de Cámara de Valdivia dirigida por Roberto Fischer, que la interpretó en vivo. La pieza acompañó a la proyección de fotografías que sintetizaron los años transcurridos desde el final del gobierno de Salvador Allende hasta el término de la dictadura y que contó en su selección y montaje con el apoyo del archivo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
En ese marco el Pudú a la Trayectoria amplificó las intenciones expuestas en la apertura de la premiación, haciendo hincapié en la valiente labor de registro, exhibición y resguardo de las centenares de imágenes audiovisuales registradas durante la dictadura. Pensando en ese foco el premio fue entregado a Babi Salas y a Pablo Salas, madre e hijo quienes en los años 80 iniciaron el trabajo de registro de la vida en dictadura y de la lucha política.
Babi Salas organizó durante los ochenta una red de distribución de video alternativo, surgida como apoyo a la recientemente creada productora ICTUS, y que se coordinó para llevar a poblaciones, centros comunitarios y otros espacios grabaciones hechas en VHS realizadas por la propia productora que pudiesen desmentir la información oficial que la dictadura entregaba a través de la televisión abierta. En esa labor fue fundamental el papel de Claudio Di Girólamo. La productora ICTUS reunió a gran parte de los cineastas nacionales del período, desarrollando una labor de resistencia cinematográfica valiente y ejemplar.
Parte de esa resistencia fue el joven Pablo Salas, a quien esa experiencia lo impulsó al registro de lo que ocurría en dictadura, especialmente a partir del inicio de las protestas en mayo de 1983. Desde entonces, el material registrado por la cámara de Salas, muchas veces poniendo en riesgo su propia vida, constituye hoy uno de los acervos más importantes de imágenes audiovisuales producidas en esos años, archivo que desde el retorno a la democracia, y hasta hoy, ha seguido creciendo.
“Nosotros somos un certamen que busca reconocer y en ese sentido vamos a entregar un premio doble. Las personas que queremos homenajear son personas fundamentales en la historia secreta del cine chileno”, explicó el director de FICValdivia, Raúl Camargo, antes de anunciar a Babi y a Pablo e invitarlos a subir al escenario del Teatro Cervantes.
Fue Pablo Salas quien primero tomó la palabra y, luego de agradecer al Festival por el reconocimiento en sus treinta años, expresó que “el premio no debería ser para mí, debería ser para quienes sufrieron estos 17 años, para los muertos, para los desaparecidos, para los exiliados y torturados y para tantos compañeros que perdimos y que aún no encontramos”. Su madre, instantes después, detalló que junto a ella hubo muchos otros que colaboraron en esa red audiovisual. “Detrás de mí hubo quince o veinte cabros que se la jugaron haciendo reuniones clandestinas, mostrando lo que no mostraba la televisión oficial”, añadió.
En los últimos años, el Pudú a la Trayectoria ha sido recibido por la formadora e investigadora Alicia Vega el 2018, el actor valdiviano Mario Lorca en 2019, el cineasta Cristián Sánchez en 2020, la maquilladora Margarita Marchi y el sonidista Pepe de la Vega en 2021, y por el Colectivo Cine Mujer de México en 2022.