“El cine es un arte masivo, para multitudes, lo tiene que ver un gran grupo de personas. Esa es la esencia del cine”. Alicia Vega habló de agentes culturales y audiencias antes de que fuera política de Estado, un pensamiento de vanguardia que se transformó en acción a través de las treinta y un ediciones del Taller de Cine para niños que, ininterrumpidamente, se desarrollaron entre 1985 y 2015. Hoy, 23 de agosto, celebramos su cumpleaños y sus ideas, más vigentes que nunca.
Durante 30 años, niñas y niños se descubrieron como espectadores, como productores y como realizadores. La cifra: 6.482 participantes, cada uno registrado bajo el nombre propio en los archivos del Taller de Cine para niños. El objetivo, promover la felicidad de la cultura, siempre desde una perspectiva situada y crítica.

Libre de eufemismos, Alicia Vega, en sus entrevistas, habla de clase, “desencanto de la pobreza” o una crítica a cómo los medios de comunicación crean expectativas y adelgazan la experiencia de la realidad. No es el 2019, estamos en el Chile de los ochenta, pero no por esto sus palabras pierden locuacidad: “[…] a un niño rico no le va a dar ningún placer estar cortando cartoncitos, si él puede viajar mañana a Miami”. Pero, es justo la experiencia de cortar cartoncitos la que enfrenta a un mundo inmaterial, imposible de alcanzar desde la realidad de la pobreza; el trabajo del Taller de Cine para niños restituye el valor de la manualidad. De la mano al ojo, del ojo a la imaginación.
No olvidemos que también estamos hablando de amor, en palabras del cineasta Ignacio Agüero, es amor lo que “la llevó a crear una pedagogía única, capaz de asombrar a niños durante ochenta horas cada vez, y de paso hizo arte como la más sofisticada de las artistas”. Son variaciones de esta experiencia las que podemos ver hasta el 31 de agosto en el GAM. Bajo el nombre “30 años del Taller de cine para niños de Alicia Vega (1985 – 2015)”, la muestra, después de girar por las ciudades de Puerto Montt y Antofagasta –próximamente Concepción–, releva la selección de trabajos realizados por participantes del taller a la categoría obra de arte.

¡Vaya manera de conjugar lo personal y lo político! La escritora Diamela Eltit recuerda los ciclos de cine que, en plena dictadura, tenían lugar en los sillones, hasta en el piso, de la casa de Alicia, “la idea de construir microcomunidades de personas que se juntaban, veían una película que normalmente no estaba en el cine y se comentaba al respecto”. Compartir experiencias en años oscuros, baipasear la censura para exhibir cine.
La influencia de Alicia Vega en el campo audiovisual se extiende a través de proyectores y pantallas hasta la Región de los Ríos, lugar donde también realizó talleres de apreciación cinematográfica, y que el año pasado fueron reconocidos por FICValdivia con el Pudú a la Trayectoria.
“Al momento de celebrar nuestro 25 Aniversario, como equipo decidimos homenajear a alguien que representara los valores fundamentales del cine: educación, solidaridad, trabajo colectivo, estética y política; y de manera unánime consideramos que la persona que contenía todos aquellos valores era Alicia Vega, que generó en los tiempos más difíciles de Chile un taller de enseñanza cinematográfica, en territorios vulnerables económicamente y asediados militarmente”, palabras de Raúl Camargo que, en esta redacción, hacemos resonar como el más respetuoso saludo de cumpleaños. ¡Felicidades Alicia Vega!
