JEANNETTE MUÑOZ: MALETAS CARGADAS DE GESTOS INVISIBLES

ISABEL ORELLANA

Oriunda de Santiago, Jeannette Muñoz emprendió un largo viaje que la dejó radicada en Suiza desde la década de los noventa. La lejanía con Chile y la condición de extranjera se cuelan de forma sutil en su obra, conformando una mirada sobre objetos y paisajes cotidianos que, con la distancia del autoexilio, se transforman en afectuosas imágenes que guardar en el delicado envoltorio fílmico de su cámara.

Envíos (2005-), una serie de cortometrajes que Muñoz sigue filmando en forma continua, es quizás su proyecto más ambicioso, pero, al mismo tiempo, el más radical en su simpleza. Desde 2005, Muñoz filma fragmentos y situaciones que envía a sus amigos como cartas filmadas, muchas de ellas a la cineasta Ute Aurand. Se trata de trozos de su realidad imposibles de llevar consigo en la maleta, pero que guarda para siempre con su cámara de 16mm. Nada más se dice, solo el nombre del destinatario. Pero en la sumatoria de estos envíos surge una tensión entre estas imágenes íntimas expuestas ante el público. Puchuncaví (2014-), es igualmente un proyecto de largo plazo, donde Muñoz se propone filmar el mismo sitio cada vez que lo visita en su paso por Chile. Este pueblo costero tiene una especial connotación como fijación para estas mutaciones temporales que la cámara de Jeannette registra, pues fue antiguamente una estación de la ruta del Inca, y hoy, es un portal de carga pesquera. De hecho, la carga y la llegada son aspectos fundamentales en la obra de Jeannette, pues su proceso creativo está cargado con estas acciones de movimiento físico.

Tanto en Envíos como en Puchuncaví, Muñoz trabaja sobre huellas invisibles, objetos y personas a las que el mundo no presta atención, pero que en su mirada adquieren una grácil belleza en sus gestos mudos. Sedimentos de otras eras –la inca, la mapuche; de la contaminación industrial de las fábricas; de la arena y las olas; de los perros pulgosos de la playa; y del trabajo de los amigos, sus músculos y sus rostros, rus risas y sus oficios. La forma de entender su trabajo como un proyecto en desarrollo, continuo, sin término pre-establecido, constituye una posición política y estética que quiebra la lógica productiva que encierra el cine actual.