ALBERT LAMORISSE O EL NIÑO QUE TODOS DEBERÍAMOS RECUPERAR

VIVIANNE BARRY

Homenajeamos este año a Albert Lamorisse (1922-1970), afamado director de cine de nacionalidad francesa, conocido y recordado por sus cortos y mediometrajes que marcaron la infancia de muchísimas personas durante los años cincuenta y sesenta. Presentamos dos inolvidables obras de su autoría: El globo rojo de 1956 y Crin blanca de 1953, ambas protagonizadas por su hijo, Pascal Lamorisse.

El globo rojo merece un lugar destacado. Pocas obras nos conectan tan profundamente con nuestro niño interior. Sin diálogos, narra la relación de un pequeño con su colorido globo, encontrado en la calle de una ciudad gris e indiferente de post guerra. Un globo porfiado y disidente que causa reacciones en las personas y que se transforma en su mejor amigo. La fría visión del mundo adulto, sin ilusión alguna, incapaz de abrir los ojos a sueños que muchas veces están tan cerca, contrasta con la alegría, la liviandad y la inocencia del niño y su globo.

En Crin blanca, un pequeño campesino se relaciona con un caballo salvaje, tan comunes en el sur de Francia y que los adultos quieren domar a toda costa para hacerlos trabajar con el ganado. Solamente el niño lo comprende, puede liberarlo y está dispuesto a fugarse con él a ese país donde los niños y los caballos pueden ser amigos.
Ambas películas representan un llamado al cambio, a la liberación, a la persecusión de los sueños. Visiones metafísicas que invitan a divagar una y otra vez sobre la felicidad y la ilusión, sobre la carencia de ambas en la vida adulta.

Han pasado más de 60 años y estas obras siguen vigentes. Cada vez que las volvemos a ver, encontramos nuevos detalles y sutilezas poéticas. Imágenes poderosas que, aun siendo ficticias, nos emocionan, nos invitan a sumarnos a la magia, nos llevan y nos hacen creer y soñar.